En la esquina, junto al viejo piano
Sábado en la tarde. Algunos clientes llenan ya el lugar con sus esencias ocupando un espacio en esta pequeña cantina.
Tres viejos que hasta el momento desconozco sus nombres pero que siempre vienen juntos se toman su café en silencio; mas tarde, ya para retirarse, pedirán cada quien una cerveza. Parece que los años que han estado juntos se desenvuelven como pláticas silenciosas entre ellos y a veces cuando el tono de los recuerdos empieza a subir es cuando las voces surgen en correcciones y preguntas.
-"No no no, esa vez, tú ni nos ayudaste, porque te la pasaste platicando con la muchachita esta... como se llamaba?"
-"De quien hablas? De Lupita?... La que trabajaba en la merceria de atrás de la iglesia?"
-"No, esa era Rosita, que se casó con Manolo el que vendía leche y crema de Chipilo".
-"Lupita, Rosita, Carmelita, la que sea, el caso es que mientras nosotros terminábamos de levantar escombro, tú te la pasaste galaneando presumiendo tus miserias porque siempre te gustaba trabajar sin camisa pinche flaco y luego vienes a presumir que ayudaste en la reconstrución del ex convento".
-"Lo que pasa es que les da envidia porque yo siempre me quedaba con la chica..."
-"Con lo que siempre te quedabas era con puros pedacitos de corazón, que ya te olvidaste de todas las veces que te lo rompían y terminabas con nosotros en la cantina?"
-"No, no me he olvidado, siempre terminábamos los tres en la cantina, ahh que cantinas las de entonces verdá?..."
-"Ahh si, la cantina... aquella cantina, como se llamaba? La Baraja? El Comodín?"
-"El Tres de Copas!!"...
Y así, en la mesa de la esquina junto al viejo piano que sólo sirve de adorno, los tres viejos recomponen sus historias.
Tres viejos que hasta el momento desconozco sus nombres pero que siempre vienen juntos se toman su café en silencio; mas tarde, ya para retirarse, pedirán cada quien una cerveza. Parece que los años que han estado juntos se desenvuelven como pláticas silenciosas entre ellos y a veces cuando el tono de los recuerdos empieza a subir es cuando las voces surgen en correcciones y preguntas.
-"No no no, esa vez, tú ni nos ayudaste, porque te la pasaste platicando con la muchachita esta... como se llamaba?"
-"De quien hablas? De Lupita?... La que trabajaba en la merceria de atrás de la iglesia?"
-"No, esa era Rosita, que se casó con Manolo el que vendía leche y crema de Chipilo".
-"Lupita, Rosita, Carmelita, la que sea, el caso es que mientras nosotros terminábamos de levantar escombro, tú te la pasaste galaneando presumiendo tus miserias porque siempre te gustaba trabajar sin camisa pinche flaco y luego vienes a presumir que ayudaste en la reconstrución del ex convento".
-"Lo que pasa es que les da envidia porque yo siempre me quedaba con la chica..."
-"Con lo que siempre te quedabas era con puros pedacitos de corazón, que ya te olvidaste de todas las veces que te lo rompían y terminabas con nosotros en la cantina?"
-"No, no me he olvidado, siempre terminábamos los tres en la cantina, ahh que cantinas las de entonces verdá?..."
-"Ahh si, la cantina... aquella cantina, como se llamaba? La Baraja? El Comodín?"
-"El Tres de Copas!!"...
Y así, en la mesa de la esquina junto al viejo piano que sólo sirve de adorno, los tres viejos recomponen sus historias.
1 comments:
al viejo de la izquierda sírvanle tres más (mientras siga recordándome seguiré viviendo sobre la barra)
chalud!
Publicar un comentario
<< Home